Un hombre fue ejecutado a balazos a unos metros de su domicilio, ubicado en calles de la colonia San Francisco Tepojaco. Al parecer se resistió a un asalto.
De acuerdo con los primeros reportes, el individuo de aproximadamente 40 años de edad, fue interceptado por al menos dos sujetos, quienes a punta de pistola le exigieron que entregara sus pertenencias, entre ellas un dinero que se supone había cobrado.
Al aferrarse a sus posesiones, los agresores dispararon contra él en por lo menos tres ocasiones, directo a la cabeza, alrededor de las 5:30 horas de este viernes. Aún estaba oscuro.
Cuando el sujeto agonizaba frente a la casa marcada con el número 10 de la calle Vicente Suárez, casi esquina con Morelos, al parecer los agresores buscaron entre sus prendas, consiguiendo llevarse la cantidad en efectivo. Ahí quedó tirado un objeto que parecía ser una cartera.
Al salir de sus domicilios, los vecinos vieron inmóvil el cuerpo del hombre que trabajaba como obrero en una fábrica de embutidos, tendido sobre un charco de sangre que provenía del costado derecho de la cabeza.
Junto a él se podía observar un pequeño morral hecho de mezclilla azul, mismo que llevaba colgado al hombro antes de desvanecerse, en su interior se podía apreciar una bolsa negra de plástico.
"Nosotros lo conocemos como "El Rambo". Era mi amigo. Siempre fue muy tranquilo y no se metía con nadie. Vivía aquí a la vuelta", dijo un señor de 60 años, quien se acercó a observar lo ocurrido.
Elementos del cuerpo de Seguridad Pública de la demarcación referida, se presentaron al lugar y al ver al sujeto herido, solicitaron la presencia de los servicios de emergencia. Los paramédicos únicamente pudieron certificar el deceso.
"Pues en la noche llamó a su mamá y le dijo que le diera la bendición porque iba a cobrar un dinero. Yo creo que lo quisieron asaltar", comentó una sobrina de la víctima, quien vive en la casa frente a la que se cometió el homicidio.
Integrantes del área pericial y Forense de la Fiscalía mexiquense, llegaron horas más tarde para levantar el cadáver, mientras que una veintena de familiares y conocidos, observaba.
Los dolientes echaron cal sobre los restos de sangre y par de veladoras quedaron encendidas junto a un ramo de flores blancas que alguien puso a modo de ofrenda.
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