Desperdicio de alimentos repercute negativamente en el efecto invernadero: WWF

Rebeca Marín

En México se calcula que se produce un desperdicio anual de alimentos de 94 kg per cápita, cifra superior al promedio mundial que es de 74 kg y cuya contribución a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático es significativa.

 

Se descubrió que el desperdicio de alimentos no generaba emociones negativas ni positivas entre los participantes.

 

Es decir, para la mayoría de los estudiantes involucrados en la iniciativa el desperdicio de alimentos no provocaba rechazo y el no desperdiciar comida tampoco les generaba un sentimiento de felicidad.

 

Para comprobar lo anterior, por primera vez se ha utilizado un programa de Psicología Ambiental.

 

Y así lograr modificar el comportamiento entre universitarios y así evitar el desperdicio de alimentos y que, influye negativamente en la producción de gases de efecto invernadero.

 

Ello se informó luego que el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF ) y las Universidades Anáhuac (México) y Bielefeld (Alemania) , presentaron los resultados del proyecto "Comunicación para el cambio".

 

Uno de los resultados fue la elaboración de la Guía para promover comportamientos a favor del medioambiente, como un instrumento para que este proyecto sea replicado nacional e internacionalmente.

 

El proyecto "Comunicación para el cambio" probó los beneficios de aplicar "intervenciones" con el fin de favorecer y multiplicar conductas proambientales entre universitarios mexicanos.

 

La iniciativa combinó estrategias de comunicación, educación y psicología ambiental, estuvo enfocada en impulsar la reducción del desperdicio de alimentos entre más de 400 estudiantes universitarios. Mostró que detener la degradación de la biodiversidad exige transformar comportamientos nocivos para el planeta ante los cuales la sociedad se ha vuelto indiferente.

 

Esta iniciativa innovadora utilizó como herramienta principal las "intervenciones", método en el que se aplican principios y técnicas de psicología ambiental para fomentar el cambio de comportamiento. Incluye influir sobre los mecanismos de acción que facilitan a las personas cambiar de hábitos e incluye una evaluación sistemática.

 

El proyecto, generó información que establece bases empíricas para explicar hábitos relacionados con los alimentos y la conservación de la biodiversidad en un contexto mexicano.

 

Un tema que abre futuras líneas de investigación en México ya que las emociones positivas ayudan a las personas a sentirse motivadas para cambiar a conductas sustentables.

 

A través de un modelo de medición, aportado por la Universidad de Bielefeld, se generaron datos para identificar qué mecanismos de acción se estimulan para motivar conductas sustentables entre los jóvenes. Tales mecanismos van de las emociones positivas a las normas sociales, las actitudes o las convicciones morales.

 

Al final de la "intervención" se mostró que ésta fue efectiva ya que activó la conciencia entre los jóvenes al reconocerse como parte de la naturaleza; además, reforzó los pensamientos (creencias) sobre que es posible y necesario hacer un cambio en el comportamiento para ser más sustentables en relación con los alimentos; y finalmente, estos cambios en las actitudes propiciaron que los estudiantes expresaran emociones positivas al reducir el desperdicio de comida.

 

La provechosa experiencia del proyecto permitió la elaboración de la Guía para promover comportamientos proambientales: un enfoque desde la comunicación y la educación en el que se comparten las lecciones aprendidas y la metodología para que "intervenciones" similares puedan aplicarse y mejorarse en instituciones universitarias del país y de otras naciones latinoamericanas. 


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