Lo que al principio fue tomado como una bravuconada del alcalde priista de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, de que si el PAN se aferra a imponer candidato en la Ciudad de México la alianza opositora quedaría rota, tiene más fondo del que se le quiere ver.
Una simple operación aritmética ubica a los panistas como la fuerza opositora número uno de la capital, seguida del tricolor y del PRD, en ese orden. Si las negociaciones se basaran en esta ecuación, a los suspiritos azules les tocaría la Jefatura de Gobierno.
Pero la cosa no es tan sencilla, pues, para bien o para mal, los votos del PRI son indispensables para que la alianza pueda ganar la plaza. Y en este escenario las negociaciones no serían meramente numéricas, pues si no van juntos los tres partidos, Morena retendría la ciudad.
Y por supuesto que eso haría inmensamente feliz a Claudia Sheinbaum, ya que su esperanza de retener la capital crecería, además de que al reventar la alianza, el ánimo de los ciudadanos que no están contentos con su gobierno se vendría abajo.
Por eso la advertencia de Rubalcava al PAN, de que los dejarían solos en las elecciones del próximo año —únicamente con el PRD—, es importante, pues no les alcanzaría para ganar.
Si el alcalde se atreve a lanzar una amenaza tan seria, es porque debe traer la bendición de su dirigencia. Últimamente ha andado de uña y mugre con Israel Betanzos y Tonatiuh González, quienes controlan el PRI local y operan para Alito Moreno.
Por todos lados se comenta la cercanía de Adrián con Sheinbaum, y que no sería descabellado que en una de esas decidiera brincar a Morena, donde le garantizarían conservar su alcaldía y algunas posiciones legislativas.
En la alianza todos tienen claro que el favorito de Jorge Romero —jefe de los panistas capitalinos— es el alcalde Santiago Taboada, pero que tendrán que garantizar piso parejo a todos los interesados en competir.
Y no sería nada más en el caso de Rubalcava, sino de Xóchitl Gálvez, pues quien gane tiene que hacerlo con transparencia. Si los panistas intentaran aplicar la plancha y sus aliados se niegan a levantarles la mano, quedarán sin credibilidad.
Así que lo que se veía relativamente fácil para la concretar una alianza opositora en la capital, se empieza a llenar de cartuchos que la pueden dinamitar.
Lo mejor que podrían hacer los aliancistas es concretar, de una vez por todas, la propuesta de un gobierno de coalición, para que entre todos elaboren un programa de gobierno, lo registren y los ciudadanos sepan qué van a hacer los tres partidos si ganan, sin importar quién lo encabece.
En vía de mientras, los panistas deberán tratar con pinzas el tema de Rubalcava, pues si en verdad se va a la 4T, adiós coalición… y triunfo.
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