Su jugada de ayer fue tan mala, que tuvieron que pedir el uso de la fuerza pública para blindar el Congreso de la Ciudad de México, y de paso dificultar la entrada a la oposición, para que sólo sesionarán Morena y sus rémoras.
La idea era reformar entre puros cuates la Ley Orgánica de la Fiscalía, a fin de que Ernestina se pueda postular en solitario para otros cuatro años como fiscal, solamente con manifestarlo en una carta.
Los morenistas confiaban en completar el quórum legal con sus propias canicas, pero a sus diputados Yuriri Ayala y Christian Moctezuma se les pegaron las cobijas, y cuando llegaron los accesos ya estaban bloqueados y no pudieron entrar.
A la hora que debía iniciar la sesión, el oficialismo sumaba 33 de los 34 diputados necesarios, pero la presencia del priista Fausto Zamorano, en su calidad de presidente de la Mesa Directiva, les dio la asistencia legal.
Aunque en el recinto se encontraban los perredistas Polimnia Romana y Jorge Gaviño, a quienes algunos calificaron de traidores porque pensaban que habían colaborado para completar el quórum, ambos permanecieron en sus oficinas sin pasar lista inicial de asistencia.
La sesión era válida con o sin ellos, contrario a los reportes que los panistas Santiago Taboada y Andrés Atayde recibían por Whats.
Muy temprano, Godoy y Martí Batres habían hecho llamadas a opositores para que apoyaran el dictamen, pero los batearon: Morena tuvo que cargar con todo el costo político del agandalle, apoyados únicamente por Gaviño.
Aunque la modificación de ayer no significa que en automático Ernestina será reelegida, pues sus deseos tendrán que ser analizados por un Consejo Judicial Ciudadano, nombrado por mayoría calificada en el Congreso.
Y si este Consejo le dice que no, entonces habrá una convocatoria abierta para buscar una terna, y que los diputados elijan de ahí un nombre, que el gobierno tendría que validar.
El asunto de ayer fue pésimamente manejado por los diputados de Morena, quienes tuvieron que huir en fila india, escoltados por policías y en medio de gritos de corruptos y traidores, y de líquidos que les arrojaban a su paso.
Los morenistas iban pálidos, pues no están acostumbrados a que les hagan lo que ellos siempre hacen: echarles a sus enemigos a la gente para que les reclamen en la calle sus decisiones.
Le hubieran hecho caso a Sheinbaum para prolongar este tema hasta después del 4 de junio, fecha de las elecciones en el Estado de México, pues con sus intentos de mapachear afectarán más su ya deteriorada imagen.
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