La Barriada/Martín Aguilar/Candil de la calle

Más que burlarse de la oposición, cuyos alcaldes le exigen convocar al Cabildo de la CDMX, Claudia Sheinbaum debería estar preocupada por no haber desarrollado la capacidad de diálogo con ellos desde que llegó al poder.

 

Quizá piense que, si les va mal a los opositores, les irá bien a ella y a su partido, pero da la casualidad de que el gobierno central y los gobiernos de las 16 alcaldías no pueden ir por caminos diferentes, pues los ciudadanos exigen resultados sin importar colores.

 

Si los alcaldes fallan por no ser apoyados, la ciudad se deteriora y tiene malas calificaciones. Y eso afecta a quien la gobierna, en este caso a Sheinbaum. La oposición sí quiere reunirse con ella, pero que sea el Gran Cabildo de la Ciudad.

 

Además de que, por ley, la jefa de Gobierno tendría que convocar al Cabildo –sólo lo ha hecho una vez en cuatro años, casi recién arrancado su gobierno–, en esa instancia pueden coordinarse, en beneficio de todos los capitalinos.

 

Se entiende que cada territorio tiene necesidades distintas, pues mientras en unos lugares falta agua potable y drenaje, por ejemplo, en otros se necesita más seguridad o que mejore el transporte.

 

En lugar de criticar "a la derecha opositora por andar extraviada", tendría que estarlos buscando para sentarse en la mesa. Porque si castiga a esos opositores reduciéndoles sus presupuestos, en realidad afecta a los ciudadanos de sus demarcaciones.

 

Los capitalinos ya le dieron una muestra de que no están contentos con su gobierno en la ciudad, y el año pasado la castigaron en las urnas, retirándole el apoyo en la mayoría de las alcaldías y en el Congreso de la Ciudad de México.

 

Claudia ataca a los gobiernos opositores, pero jamás critica a los de Morena, que en su mayoría están entre los peor calificados de la CDMX. Se ha dedicado a atacar especialmente a los panistas de Benito Juárez y de Miguel Hidalgo, por ejemplo.

 

A los habitantes de esas zonas les pide dejar de apoyarlos por estar relacionados –según ella– con un cártel inmobiliario. Incluso Morena ha hecho intensas campañas para pedirles a los votantes que castiguen a los albiazules en las próximas elecciones.

 

¿Acaso les preguntaron a los vecinos de esas dos alcaldías, que son de las que mejores servicios tienen, si les gustaría que los gobernara Morena para que vivieran como en Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Xochimilco o Gustavo A. Madero, por ejemplo?

 

Seguro los mandarían muy lejos.

 

La jefa de Gobierno no puede criticar a los alcaldes que no quieren jalar con ella, pues ella misma  los ha llamado fifís, conservadores y aspiracionistas, como sus habitantes, siguiendo la línea discursiva dictada desde Palacio Nacional.

 

¿En serio Claudia se alegra de tener a la capital dividida?, pues que recuerde que, si quiere ser presidenta de todos los mexicanos, éstos ya están hartos de que sus autoridades los dividan. 


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