Fwd: La Barriada/Martín Aguilar/El pez por su boca muere

Sin importar la guerra de cifras entre organizadores y el gobierno capitalino, la multitudinaria marcha de ayer en la Ciudad de México —y las manifestaciones en varias ciudades del país y del extranjero— representa el despertar de la sociedad en defensa de sus instituciones.

 

Aunque la marcha no fue ni contra Andrés Manuel López Obrador ni contra Morena, sino en defensa del Instituto Nacional Electoral, la ineptitud de los propios morenos al tratar de boicotearla hizo que todo mundo se fuera contra ellos.

 

Primero, el propio Presidente calificó a priori de "corruptazos, cínicos y ladrones" a quienes se manifestaran a favor del INE. Fue un error de cálculo, pues además de partidos políticos y líderes de oposición, la mayoría fueron integrantes de la sociedad civil.

 

Al ver que la convocatoria iba en aumento, desde la 4T se intentó desalentar la protesta. El gobierno capitalino ocupó la plancha del Zócalo —donde llegaría la marcha— con carpas para un torneo internacional de beisbol que terminaría justo ayer.

 

Los organizadores cambiaron el lugar del mitin final y el gobierno levantó las carpas del Zócalo para que no los acusaran de boicot.

 

Un día antes del evento se declaró contingencia ambiental en la capital y las autoridades aplicaron el doble no circula, además de las medidas preventivas que, entre otras cosas, prohibían la realización de actividades al aire libre y la concentración de personas en las calles.

 

Aunque Claudia Sheinbaum —sin que nadie se lo pidiera— salió a decir que la emergencia ambiental no tenía nada que ver con la marcha, obvio que nadie le creyó.

 

Con todo y las trabas, la ciudadanía llenó el Paseo de la Reforma en una gigantesca columna que alcanzaba más de cuatro kilómetros desde la exglorieta de La Palma y que desembocó en el Monumento a la Revolución.

 

Si ya se había dado la marcha, qué necesidad tenía Sheinbaum de mandar a su secretario de Gobierno, Martí Batres, a declarar que los manifestantes no habían sido más de 12 mil, cuando en las imágenes de drones se veían ríos de gente.

 

Seguramente la jefa de Gobierno envió a declarar a Martí, a pesar de tener nula credibilidad, para que se exhibiera él solo y no exponer a su secretario de Seguridad, Omar Hamid García Harfuch, a que se quemara con la sociedad.

 

Y es que algunas encuestadoras tenían otros datos y, de acuerdo con los cálculos de cuántas personas caben por metro cuadrado en la distancia que ocupó la manifestación, estimaban alrededor de 500 mil; los organizadores dieron un mínimo de 300 mil.

 

Pero eso fue sólo en la Ciudad de México, sin contabilizar a las personas que protestaron en varias ciudades del extranjero.

 

En todo caso, las cifras son lo de menos, el tema es que los ciudadanos salieron a las calles en defensa de las instituciones y eso tendrá que pesar entre los partidos para no aprobar la reforma electoral que atentaría contra del INE.

 

Este evento será el parteaguas de la lucha por la sucesión y es la gran oportunidad de la oposición para activarse. Se pude decir que ésta fue la marcha del despertar ciudadano. 


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