Rebeca Marín

Derivado de la pandemia, decenas de restaurantes en la Ciudad de México luchan por subsistir.
Es el caso de La Castellana, el Zitzipandacuri y Taco Inn, lugares emblemáticos de la capital y que se ubican sobre Avenida Revolución, zona que hasta hace un año gozaba de bonanza económica.
Los tres con más de medio siglo de existencia se han tenido que adecuar a las nuevas reglas de operación para poder prestar sus servicios.
Aseguran que ha sido un año muy complicado, las ventas han bajado considerablemente, pero aun así han invertido todos sus ahorros para mantenerse de pie.
Su plantilla laboral es la misma, pese a la situación. No ha habido despidos porque saben que sus trabajadores dependen de ese ingreso.
En el caso de la sucursal matriz de Taco Inn, gracias a la campaña que se viralizó en redes sociales para atraer clientes "con o sin experiencia", comensales de años se solidarizaron y regresaron a consumir, además de que todo el equipo acordó luchar para no dejar morir el negocio, tal y como lo narró el dueño del lugar, Salvador Cervantes.
Sin embargo y después de un recorrido se pudo constatar que no todos los establecimientos han corrido con la misma suerte, decenas de ellos desde hace un par de meses tuvieron que bajar la cortina.
Y así lugares que en su momento atrajeron a cientos de clientes o jóvenes amantes de la vida nocturna, hoy están abandonados o los inmuebles fueron puestos en renta.
Este viernes se anunció que, a partir del próximo lunes 22 de febrero, los restaurantes podrán ofrecer sus servicios al interior, pero al 20 por ciento de su capacidad y hasta las 19:00 horas.
Después de esta hora la atención sólo deberá de ser al exterior hasta las 22:00 horas y de acuerdo con las autoridades se deberá de privilegiar el servicio en terrazas y espacios al aire libre.
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