Lo que se suscitó no fue un debate democrático, sino la evidencia de que, para el grupo oficialista, rendir cuentas solo es válido si se presta al linchamiento político. La verdadera intención de Morena era evitar que Tabe rindiera su informe en condiciones dignas.
A última hora, se modificó el recinto, un acto de mala fe que rompe con cualquier protocolo de respeto institucional. No se trataba de dialogar, sino de desorientar y tensar.
El punto más grave, la comisión, liderada por Morena, negó el acceso a concejales y funcionarios clave del equipo del alcalde. ¿Cómo se espera que un funcionario rinda cuentas detalladas sobre un presupuesto sin la asistencia técnica de quienes ejecutaron los programas? La respuesta es obvia: no se quería información, se quería la indefensión del compareciente.
Y como cereza en el pastel, tampoco querían a los medios de comunicación presentes. Hicieron hasta lo imposible para que un ejercicio democrático se llevara a cabo.
La estrategia era sencilla: crear un ambiente tan hostil y restrictivo que forzara la salida de Tabe, permitiendo a Morena gritar luego sobre "evasión". La realidad es que Morena no lo dejó presentar su informe, lo expulsó al volver imposible el ejercicio de su función.
El alcalde se negó, acertadamente, a legitimar un espacio que había sido pervertido en un tribunal sumario por intereses partidistas. Tuvo aún así el valor democrático para esperar al interior del recinto por un lapso de una hora y media para que se le tratara como a todos los demás alcaldes de la CDMX, nunca pidió más, solo piso parejo. Es una lástima que un grupo confunda el Poder Legislativo con un bunker de campaña.
Morena, desesperada por encontrar escándalos en una alcaldía de oposición que destaca por su gestión, está utilizando la fiscalización como un arma. Buscan desviar la atención de sus propias deficiencias en el gobierno de la Ciudad, y qué mejor manera de hacerlo que atacando al adversario que sí presenta resultados.
Los diputados oficialistas hablan de denunciar a Tabe ante la Contraloría por incumplimiento. ¡Qué hipocresía! La verdadera evasión la está cometiendo el Congreso, al incumplir su deber primario de ser un foro plural y respetuoso. Convirtieron una obligación legal en una burda reyerta.
La ciudadanía de Miguel Hidalgo, y de toda la Ciudad, debe saber que lo que presenciamos es el abuso de poder de una mayoría que no tolera la disidencia y que usa la ley no para servir, sino para hostigar.
Mauricio Tabe actuó con sensatez y responsabilidad al no prestarse a la farsa. La ciudadanía exige rendición de cuentas de verdad, no puestas en escena que solo buscan desprestigiar opositores. Es hora de que Morena deje las "cochinadas" y retome la madurez que el Poder Legislativo demanda.
Cuando el Congreso de la Ciudad de México transforma la comparecencia de un alcalde en un escenario de emboscada y sabotaje político, el Poder Legislativo deja de funcionar como el contrapeso democrático que debería ser.
Penosamente quien pierde aquí es la ciudadanía, ¿hasta cuándo vamos a entender que el servicio público es para construir una mejor ciudad y un mejor país? No para pugnas mediáticas que erosionan nuestra democracia.
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