Fwd: La Barriada/Martín Aguilar/Elecciones inciertas

Cada proceso electoral es distinto, pero no está exento de violencia política, crímenes contra políticos, candidatos, periodistas y defensores de derechos humanos.

 

El actual periodo no ha sido la excepción, pero los datos muestran un ambiente traumático y de elevada crispación social.

 

Como cada fin de sexenio, la incertidumbre de un eventual cambio de gobierno trae consigo nuevas políticas anticrimen.

 

Un posible movimiento en los resortes que sostienen la estrategia "abrazos no balazos", sin duda desataría una férrea disputa de territorios donde tienen presencia las bandas del crimen organizado.

 

De hecho, las disputas entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación han propiciado un baño de sangre.

 

En esa guerra tienen participación grupos locales o con marcada presencia en algunas entidades del país como La Familia Michoacana.

 

Es de esperarse que Estados Unidos ejerza presión al gobierno de Andrés Manuel López Obrador para que entregue "peces gordos".

 

Y en esa coyuntura electoral los grupos criminales tienden a ampliar su margen de acción y control mediante el financiamiento de campañas y candidatos.

 

Según Integralia Consultores, la incidencia de la violencia político electoral ha aumentado exponencialmente entre 2018 y 2023.

 

En 2018 hubo 171 incidentes; en 2019, 121; en 2020, 78; en 2021, 178; en 2022, 486 y en 2023, 529 casos.

 

La última cifra no considera las acciones violentas de inicio del presente año. Los incidentes aumentarán tras las votaciones de junio próximo.

 

La organización Causa en Común informó que desde 2020 y hasta octubre de 2023, se registraron 232 asesinatos de algún actor político.

 

Durante el proceso electoral de 2021, se contabilizaron 36 asesinatos políticos; para 2023 y sin haber iniciado formalmente el proceso electoral, sumaban 38 asesinatos.

 

A ese clima de violencia se le suma el asesinato de seis periodistas y cinco defensores de derechos humanos en el periodo de enero a septiembre de 2023.

 

Todo ese clima de violencia trastoca la estabilidad del proceso electoral y lo envuelve en un espiral de incertidumbre.

 

Por lo que se ha visto, todo apunta a que es el escenario que prefiere López Obrador.

 

Es decir que propicia el caos, lo administra y después se alzará como el gran salvador.

 

Pero está claro que las cosas se le han salido de control a meses de la elección federal. 


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