Fwd: La Barriada/Martín Aguilar/Entre la verdad y la mentira

Hasta hace unas semanas, Xóchitl Gálvez era a la que menos esperaban ver como contendiente de las corcholatas de la 4T, en especial de Claudia Sheinbaum, que pintaba como la única aspirante a conquistar el apoyo del pueblo bueno.

 

Todos en Morena daban por hecho que Gálvez se aferraba a la candidatura a jefa de Gobierno y que el PAN no la dejaría pasar. Incluso el propio presidente la animaba desde sus mañaneras a buscar ese puesto.

 

Pero un error de cálculo de Andrés Manuel López Obrador puso en la palestra a la senadora, pues al cerrarle la puerta de Palacio Nacional y decirle que hiciera sus propias mañaneras le dio reflectores a nivel nacional.

 

El tabasqueño se subió al ring con Xóchitl, dándole un peso que no tenía y convirtiéndola en un fenómeno mediático que ahora no sabe cómo parar.

 

Apenas el lunes el presidente presentó en su mañanera un cartón de La Jornada para burlarse de la senadora, quien presume una niñez dura y de haber tenido que dejar su pueblo para estudiar, ser profesionista, empresaria y política.

 

Esa narrativa resultó tan atractiva para los mexicanos, que preocupó en Palacio, pues el que provenga de la cultura del esfuerzo la pone en el radar, incluso de simpatizantes pejistas que se identificarían más con ella que con cualquier otro aspirante.

 

Es probable que el pueblo bueno —que Morena dice tener de su lado— preferiría a Xóchitl sobre la exjefa de Gobierno, pues empiezan a ver a la hidalguense como una fuente de inspiración no solamente para los de abajo.

 

Inspira a las mujeres en general y eso no conviene a la 4T, donde tienen claro que la clase media no apoyaría ni a Claudia ni a Adán Augusto López y ahora tampoco a Ricardo Monreal, quien regresó al modo ultramoreno.

 

Quizá ese segmento le daría el beneficio de la duda a Marcelo Ebrard, quien no es la corcholata favorita del Presidente, que contaba con la exclusividad de su base de pobres para apoyar a quien él les dijera.

 

Nadie imaginaba que a la oposición —que andaba extraviada— le cayera de pronto alguien que lo mismo entusiasma a las clases medias que al pueblo bueno, Ése que López Obrador creía tener patentado.

 

Por eso en las mañaneras el Presidente centra su discurso en desacreditar los orígenes de la senadora, asegurando que no es representante del pueblo, sino de la oligarquía, concepto que, por cierto, las mayorías no entienden.

 

Quiere alejar a Gálvez del pueblo bueno, porque si la hidalguense se les mete ahí, Claudia no tendría nada que hacer y el presidente se vería obligado a optar por Marcelo para mantener competitiva a la 4T en 2024.

 

Ahora más que nunca la disputa es por el voto de los oprimidos y al mandatario le urge desacreditar a Xóchitl, pero no halla cómo. Igual le reviven lo de su hermana presa, un tema ya muy gastado.

 

Al Presidente le urgía que la oposición definiera candidato, pero jamás imaginó que fuera una mujer todoterreno que, al estilo de Vicente Fox en el 2000, se le está imponiendo a los partidos. 


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