El brutal asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo desató una feroz respuesta contra los detractores de Palacio Nacional.
La presidenta Claudia Sheinbaum se apropió de la cantaleta de Andrés Manuel López Obrador y culpó a Felipe Calderón de todos los males del país.
De hecho, con sus expresiones dejó en claro su simpatía por la fallida estrategia de "abrazos no balazos".
¿Qué propone la derecha? ¿La guerra contra el narco? ¿Que regrese (Genaro) García Luna? preguntó.
Además, de un plumazo deslindó a todos los servidores públicos de cualquier responsabilidad en el crimen del alcalde de Uruapan.
Un total de 14 elementos de la Guardia Nacional, no tuvieron la capacidad de evitar el asesinato de quien dieron en llamar "El Bukele mexicano".
El general secretario de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla Trejo, justificó el actuar de la escolta de Manzo: su papel era proporcionar "seguridad periférica".
Y sucedió el atentado por "la vulnerabilidad que presentaba el evento"; y de inmediato recayeron sospechas al grupo de la policía municipal que cuidaba al edil.
Sin embargo, se apresuró a aclarar que uno de esos escoltas del primer círculo del alcalde, abatió al asesino de Manzo.
Pero la aclaración era necesaria: "No hay ningún indicio de que los policías municipales que brindaban seguridad al señor alcalde, haya tenido algún vínculo".
Sheinbaum no se salió del guión preparado ex profeso: "la militarización y la guerra, no funcionó; fue lo que llevó a la situación de violencia en Michoacán".
Y de paso no dejó de comentar la "andanada de la derecha, de algunos comentócratas y conductores o dueños o concesionarios", como buitres.
De hecho, adelantó que solicitó una revisión de las cuentas de la "gente que no quiere al movimiento que representamos".
Aseguró que hay muchísimo dinero involucrado, donde se vinculan con el "conservadurismo más excesivo, el PRIAN, y todos los corifeos alrededor; (…) también hay de otros partidos".
Pero lo que no abordó Sheinbaum es que la petición para que el entonces presidente Calderón, metiera al Ejército en la lucha contra el narcotráfico, fue Lázaro Cárdenas Batel, quien fungía como gobernador y actualmente es su jefe de la oficina de la Presidencia.
Desde la óptica de la presidenta, la actual administración resultó exenta de toda la violencia que azota nuestro país, incluido el asesinato de Manzo.
Para la 4T, los únicos responsables de la guerra contra el narcotráfico son los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
La pretendida construcción de la paz, quedó pulverizada, basta con observar las protestas en las calles de Uruapan y Morelia, con la irrupción del Palacio de Gobierno. ¿Eso es paz? Es un pueblo harto de la inseguridad.
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