La nueva vocera de Xóchitl Gálvez, la candidata del PRIAN, es su propia imagen distorsionada con la inteligencia artificial (IA), pero sin su esencia: su escaso pensamiento. Y es que, ante la incapacidad de Gálvez de elaborar alocuciones con base en un razonamiento articulado, ahora mediante la IA tenemos a una Xóchitl Gálvez recargada y aún más deshumanizada, inundando las redes con mensajes concretos y frases bien cuidadas en las que relucirán las mentiras de Claudio X González, Alejandro Moreno –del Partido Revolucionario Institucional (PRI)– y Marko Cortés –del Partido Acción Nacional (PAN)–; claro que todo instrumentado por Maximiliano Cortázar, veterano manipulador de las campañas sucias gestadas desde el PAN contra la izquierda, principalmente contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
En una entrevista, con Joaquín López Dóriga, Xóchitl enfatizó que la diferencia más importante entre ella y Claudia Sheinbaum, precandidata del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), es: "que ella es incapaz de hacer algo por su propio pensamiento"; y la sentencia sería cierta, si Gálvez se hubiera referido a ella misma. Bien dice el dicho: "En la casa del herrero, azadón de palo", lo que podemos traducir como: en el cerebro de Xóchitl Gálvez, azadón sin pensamiento. Y es que ante una precampaña presidencial en franco declive y condenada al fracaso, hoy las encuestas dan una amplia ventaja a Claudia Sheinbaum de más de 30 puntos sobre Xóchitl, no la artificial sino la de carne y hueso. Deben estar alarmados en el cuarto de guerra política del PRIAN, y no les ha quedado más remedio que remediar a la Xóchitl viviente con una Xóchitl artificial y con el discurso de sus creadores, ese que creen que los puede hacer ganar, al menos, un número de votos tal en las elecciones de 2024 que les permita acceder a ellos y a sus más cercanos colaboradores a las tan deseadas curules en las cámaras de diputados y senadores.
El llamado "fenómeno Xóchitl", denominada así cuando fue seleccionada por Claudio X González para ser la candidata del PRIAN, no termina de cuajar, por más gelatinas que haya vendido Gálvez en su carrera. Precandidata que no levantó ni con el irrestricto apoyo de la mayoría de los medios de comunicación y sus columnistas, comentócratas, intelectuales y publicistas: Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Denise Dresser, María Amparo Casar, Carlos Loret de Mola, Carlos Alazraky y la destacada "pririodista" Beatriz Pagés, la que confunde el comunismo con el fascismo y el nazismo, y demás caterva de opositores a la Cuarta Transformación, que día tras día atacan al gobierno federal y a todo lo que represente el obradorismo hacia el futuro, es decir, a Claudia Sheinbaum y a los otros candidatos de Morena en la ruta para el 2024.
Xóchitl Gálvez pasó de ser un "fenómeno político" a ser un disfuncional fenómeno creado y controlado mediante la inteligencia artificial. La Xóchitl apócrifa, la de la "inteligencia", luce rozagante y cachetona, pero delgada, menos arrugada y de tez más clara; falsa como ella misma, pero ahora incluso más, ya que hasta en su dicción la "gue" y las groserías le quitaron. La Xóchitl de la "inteligencia" habla con propiedad y con respeto, algo que nunca la Xóchitl verdadera ha manejado.
La esencia, con todas sus ausencias intelectuales, de Gálvez no ha sido benéfica para la precampaña prianista, cuyos líderes apuestan a limitar a la mujer de carne y huesos hasta en sus mentiras y manera de hablar; y es que la candidata de Fuerza y Corazón por México, que ahora así se llama la pandilla de Claudio X González, carece precisamente de eso: de fuerza, así lo marcan las encuestas y, además, de corazón, pues hoy la Xóchitl de la "inteligencia" por supuesto no late y estará aún más alejada del corazón de sus cada vez menos posibles votantes.
No debemos olvidar que Xóchitl fue elegida por las cúpulas políticas y empresariales que dominan al PRIAN, pero sólo después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador la señalara, en alguna de sus mañaneras, como aspirante presidencial. Debieron, entonces, pensar los prianistas que Xóchitl representaba alguna preocupación para AMLO y, en consecuencia, la ascendieron de precandidata a la jefatura de la Ciudad de México a postulante por la Presidencia; movieron los hilos y la lanzaron con todo el poder mediático a su alcance. Para los diarios Reforma, Milenio, Excélsior, El Universal y Radio Fórmula, Xóchitl era "el fenómeno que ponía a temblar a AMLO". Los desesperados opositores no se dieron cuenta que Gálvez fue una elección de Obrador, quien encontró en ella una rival de mediana para abajo y con muchas trapacerías en su haber.
No creo que AMLO no supiera de las transas de Gálvez, de los millonarios contratos de sus empresas con los desarrollos inmobiliarios que ella como jefa delegacional de la Miguel Hidalgo autorizaba, de su Casa Roja con moche de descuento preferencial y de tantas otras triquiñuelas hasta entonces escondidas bajo ese huipil que la caracterizaba; por cierto, también falso, pues ya se ha evidenciado que la ropa de la Gálvez verdadera es de marca y comprada en tiendas caras, prendas de vestir que la Xóchitl de la "inteligencia" rara vez usa, pues hoy los creadores de la marioneta artificial la visten formal y de colores que contrastan con su piel blanqueada y luminosa; pero bien dice el dicho: "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda", lo que podemos parafrasear en: aunque a Xóchitl le pongan "inteligencia", sin ésta se queda.
Algo que no debió pasar desapercibido a López Obrador a la hora de corcholatear para la oposición a Xóchitl Gálvez es que ella fue impulsada y formada políticamente por Vicente Fox Quesada cuando fue presidente, alguien que en el momento más álgido de su carrera era conocido como "el alto vacío", denominación producto de un comentario hecho sobre el entonces primer mandatario por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien tras alguna de las barrabasadas políticas o lingüísticas de Fox lo acusó de tener un "alto vacío" en el cerebro. Será el finado y demeritado a sí mismo Porfirio Muñoz Ledo quien lo bautizara como "Alto vacío"; apodo que con rapidez se viralizó, y aun no eran populares las redes sociales; y es que con esa estatura de don Vicente, cabeza y bigote les quedaban muy por arriba, ya del contenido qué decir: siempre por las nubes. Aunque en su momento panistas de renombre como Carlos Castillo Peraza gustaban de llamar "el alto vacío" al presidente Fox Quesada.
0 Comentarios