Martín Aguilar
Los habitantes de la Ciudad de México nos hemos acostumbrado a esquivar socavones, coladeras abiertas, banquetas levantadas, montones de basura y, ¡claro!, miles de metros de cable que, además de obstaculizar nuestra visión para admirar el paisaje urbano, cuelgan a diestra y siniestra sobre nuestras cabezas, frente a nuestras ventanas y frente a nuestras narices.
Cuántas veces no ha sentido algo que le toca en la cabeza cuando transita por la calle y, al voltear, lo primero que ve es el final de un cable que pende de un poste, sin saber a ciencia cierta si es de luz, cable o telefonía.
A principio de enero, el jefe de Gobierno informó que, del 1 de septiembre al 15 de diciembre de 2023, se han retirado 626 mil 286 metros de cable de telefonía, internet y televisión en desuso, lo que equivale a siete toneladas de material; esto como parte del Convenio de Colaboración firmado el 3 de julio del mismo año entre el Gobierno de la Ciudad de México y la industria de telecomunicaciones, cuyo propósito es reducir la contaminación visual en las calles, mejorar el paisaje urbano y mitigar riesgos de protección civil. Pero al parecer esas siete toneladas de material retirado no son suficientes para desenredar nuestro paisaje urbano.
En la Ciudad de México, hay una excesiva maraña de cables de fibra óptica, de telefonía y otros en la vía pública pone en riesgo la integridad de los transeúntes, motociclistas, ciclistas y vehículos.
Un recorrido llevado a cabo por ciudadanos evidenció que la mayoría de los cables están en desuso y provocan que los postes se sobrecarguen de peso; en algunos casos hay cables sueltos que podrían causar accidentes graves a los capitalinos.
Alcaldes de la capital han buscado impulsar la regulación de empresas que instalan cableado aéreo y subterráneo. De acuerdo con el artículo 53 de la Constitución de la Ciudad de México, son las alcaldías las que tiene la competencia en las instalaciones aéreas y subterráneas en la vía pública, pero los proyectos no han prosperado y solo se acumulan kilómetros de materiales que penden de los postes.
Además de deslucir el paisaje urbano, en algunos casos los cables colgantes son un factor de riesgo para peatones, menores de edad, ciclistas, motociclistas, automóviles y camiones de transporte público y de carga.
De acuerdo con el Heroico Cuerpo de Bomberos, del 1 de junio al 15 de diciembre de 2023, de las 24 mil 560 emergencias atendidas, 588 corresponden a cables caídos en la vía pública, que si bien son apenas 2.39% del total, el número es equiparable a los incendios forestales atendidos en el mismo lapso (593), y superior a las fugas de gas natural (401), volcaduras 362, flamazos (183), fugas de agua (154) e incluso inundaciones (151).
"Estos son atendidos como servicios de emergencia, porque pueden derivar en un accidente vehicular, accidente de una persona, de un animal. Cuando nos reportan cables caídos, no importa de lo que sea, se toman como un servicio de emergencia. Si son cables que no contienen electricidad, como los de fibra óptica, televisión por cable, internet, telefónicos nosotros los recogemos, los enrollamos y se colocan en el poste para liberar la zona de un peligro", explicó Alejandro Martínez González, director operativo uno del Cuerpo de Bomberos de la CDMX.
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