Del Pasado al Futuro/Para prevenir los delitos hay que difundir la cultura, la danza como expresión artística

Martín Aguilar

El arte genera empatía, pensamiento crítico, pensamiento creativo y asertividad en aquel individuo que se deja llevar por él; se convierte en el refugio de aquel que viene con problemas en el hogar y es la salida más positiva a todas sus dificultades.

 

Durante la trasmisión del programa, Del Pasado al Futuro, conducido por Rosalía Buaun y Tony Mancuso, acompañados por el director editorial de las revistas Cúspide y Liberal Metropolitano, Lino Calderón tuvieron como invitados a la Lic., Ruth Villanueva Catilleja, a la maestra de danza, Abril Luna Hernández y al Lic. Ricardo Oemichen Bazán

Luna Hernández, dijo que el teatro penitenciario es un taller que apuesta por llevar las artes escénicas, a un lugar de encierro, de reflexión, de penitencia: la cárcel, como bailarina y artista multidisciplinaria que es, se incorporó al programa penitenciario desde hace tres años, en la modalidad danza penitenciaria.

 

Abril es profesional en varias disciplinas, se inició en la danza en la escuela del Centro Cultural Ollin Yoliztli hace algunas décadas, es bajista de rock en un par de bandas de la escena subterránea mexicana, y actualmente se prepara como criminóloga, vocación que descubrió a través de su trabajo con las mujeres en situación de cárcel en el penal femenil en Morelos.

 

Luna es una mujer joven, de figura espigada y evidente porte de bailarina; imaginarías que ella es el típico estereotipo con atuendo de ballet, calzando zapatillas de punta y vistiendo leotardo y tutú, pero al conocerla, descubrirías a un personaje sui géneris de botas industriales y de piel cubierta de tatuajes. Su apariencia exterior difiere a la interior: dijo que le gusta ser suave, bondadosa, muy consciente del poder de su arte, y del compromiso que tiene en compartirlo como una herramienta sanadora, purificadora, liberadora.

 

Afirmó que la liberación es como la define a la danza penitenciaria. La expresión del cuerpo es una de las manifestaciones más antiguas, más entrañables, pero hablar de libertad en una prisión, puede sonar como algo imposible de sentir cuando en efecto, se está preso, y además no existen los vehículos para canalizar las emociones: la danza es uno de esos canales expresivos, purificadores, aseveró.

 

"Los talleres de danza que comparto en el penal, tienen la intención de enseñar a la gente a crear vínculos sociales, en este caso entre las mujeres compañeras. Les ayuda mucho a explorarse interiormente, a descubrir su valor como seres humanos, a despegarse del estigma que sus crímenes y sus sentencias impusieron sobre ellas; aunque hay que decir que en muchos casos no hay culpas, sino reproches al sistema, pues muchas son inocentes, purgado sentencias injustas." Agrega la profesora, Abril Luna Hernández.

 

Los relatos de lo que se ve y lo que sucede tras las murallas de un centro penitenciario, pero sobre todo lo que se vive y se siente, tras las rejas, y en el interior de cada una de las personas privadas de su libertad, son estremecedores, difíciles de imaginar. El movimiento, la exploración corporal coadyuva en ese proceso de duelo, de autoexploración, de manejo de la frustración y la tristeza. La disciplina de la danza penitenciaria, en conjunción con la música, otro poderoso vehículo sanador, sirve como una guía terapéutica, como una válvula de escape para liberar no sólo sentimientos negativos, sino para vigorizar el cuerpo y el alma al mismo tiempo.

 

Por su parte, Oemichen Bazán da a conocer su libro "1225, el número oculto de Dios. Preludios y revelaciones de la nueva era, que nos invita a ser más conscientes de nuestra intuición y nuestra emocionalidad, no sólo de nuestra razón, para comenzar a utilizar al máximo nuestras capacidades; en su libro plantea que es México, la cuna de un nuevo y definitivo despertar espiritual que se expandirá como una ola de luz por todo el mundo.

 

El autor dijo que, para escribir su libro, fue como una revelación divina que recibió en 2006 cuando fue secuestrado, que no sabía lo que podía pasar, temiendo lo peor, Oemichen Bazán recibe un mensaje que es el número 1225, que se lo envío, siendo un católico devoto como la mayoría de los mexicanos, siempre asistía los domingos a misa.

 

Señaló que Dios es una fuente de verdad en la que siempre pueden confiar, que mientras se preparaba para esa experiencia, que recibió las respuestas, "De hecho, me he dado cuenta que las respuestas a mis preguntas personales a menudo llegan cuando estoy sirviendo a otra persona", comentó.

 

Agregó que todos somos parte de Dios, porque siempre tenemos contacto con él, porque es un don divino, como en un principio de conciencia para lo cual debemos de estar preparados de que podamos tener contacto con Dios, por ser una base principal para los que creen en él, pero para que eso suceda, hay que conocerse uno así mismo, para poder así conocer a Dios.

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