La Barriada/Martín Aguilar/No hay peor lucha que la que no se hace

En Palacio Nacional y en Morena –con su nueva jefa Claudia Sheinbaum- hay pavor por el fenómeno Xóchitl Gálvez.

 

Lo anterior no es para nada aventurado. Las huellas las ha dejado por doquier el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

 

Desde que irrumpió Xóchitl en la escena político electoral, ha sido blanco sistemático de ataques desde el poder.

 

Y por lo que se observa, no deja dormir al inquilino de Palacio Nacional. Le han buscado hasta por debajo de las piedras de su domicilio.

 

De hecho, estos días dirigentes de Morena presionan para derribar la casa de Gálvez bajo el supuesto de construcción irregular.

 

Eso quiere decir que las preferencias no son como suelen presumirlas: que Morena anda por las nubes en cuanto a popularidad y aceptación.

 

Por ejemplo, en el 2000, el entonces Presidente Ernesto Zedillo gozaba de una buena aceptación pero el PRI perdió la elección ante Vicente Fox.

 

Hay que recordar que a Xóchitl la quería en sus filas López Obrador con la intermediación de la propia Sheinbaum.

 

No les funcionó la jugada contemplada para el 2018. Por algo la buscaron, y no es casual que hoy la amaguen e intimiden.

 

El gobierno de López Obrador debe preocuparse por la seguridad de la panista, debido al fanatismo desatado por él en su contra.

 

Y no es poca cosa, toda vez que para las elecciones de 2024, es monumental el trozo de poder que se le podría arrancar a Morena.

 

La disputa en puerta incluye el cargo de Presidente, 500 diputados federales, 128 senadores y 9 gubernaturas, incluida la Ciudad de México.

 

El mayor temor de la 4T es el riesgo de perder la capital del país. Los números de Palacio Nacional los han puesto en alerta.

 

Esa desesperación los ha llevado a recurrido al impresentable gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, quien tiene un desastre en la seguridad de la entidad.

 

¿Con quién pondrán a competir al futbolista? Falta que lo avalen en el interno canibalismo que impera en Morena.

 

De eso sabe mucho el senador Ricardo Monreal a quien le han quedado mal una y otra vez, pero ahí sigue. Algo le saben o viceversa.

 

El caso es que el letargo que le endilgaron a la oposición incluso en tono de burla, ya no existe en estos momentos. Y eso es lo que más les preocupa. 


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